El lenguaje es la herramienta más preciada que el hombre posee para aprehender el mundo; gracias a él, lo nombra, lo conoce y lo conquista. Y gracias a él, también, desarrolla sus capacidades cognitivas, emotivas y sociales. De entre todos los tipos de lenguaje, sin duda es la lengua la que ha permitido al ser humano el desarrollo y la organización del pensamiento; no obstante, ha hecho de ésta un recurso práctico en el orden de lo cotidiano; es decir, el tipo de estructuras lingüísticas que emplea en sus relaciones diarias son simples, lo cual implica una reducción en las posibilidades expresivas de la lengua y, algunas veces, empobrece la comunicación.
Una de las razones por las que los individuos no exploran ni explotan las capacidades del lenguaje es quizás por la relación, casi nula, que tienen con la lectura. En muchos países, el nuestro entre ellos, no se fomenta el hábito de hacerlo; peor aún: la mayoría de los sistemas educativos tradicionales parecen estar diseñados para que los niños y jóvenes detesten la lectura al considerarla una actividad académica coercitiva, aburrida y poco aplicable a su realidad cotidiana. Esto ha originado que los lectores en potencia busquen diversión, conocimiento y regocijo estético en otras actividades que no sean la lectura literaria y, por ende, no aprovechen los beneficios que ésta les ofrece.
A lo largo de la historia de la lectura en nuestro país se ha venido gestando una confusión entre los conceptos de alfabetización y de creación de lectores. Se ha supuesto que con el simple hecho de informar y transmitir la técnica que nos permite decodificar y transformar los signos lingüísticos escritos a un plano sonoro que representa imágenes, un individuo estará listo para ser un lector. De esta manera, la enseñanza de la lectura se reduce a la simple alfabetización, es decir, a la adquisición de la habilidad para reconocer las palabras; sin embargo, es menester que la enseñanza de la misma comprenda el desarrollo de la afición a leer.
En las últimas décadas, algunos organismos educativos oficiales como
En la búsqueda de los métodos para hacer “amigable” el acercamiento de los niños a la lectura, se ha corrido el riesgo de incurrir en patrones conductistas y con ello se ha sometido a los niños a que repitan modelos lingüísticos y creativos de los adultos, lo que, indudablemente, confronta la esencia del arte. La literatura, entendida como tal, no puede ser una actividad que sirva para transmitir modelos imitables; al contrario, tal como lo sostiene Lev Vigotsky en La imaginación y el arte en la infancia, la literatura es libertad, desarrollo de la imaginación, misma que no puede ser modelada, así como el lenguaje que la produce. Para Vigotsky, el acercamiento del niño a la literatura es un recurso que le permitirá desarrollar su imaginación, por lo que no debe incurrirse en ningún tipo de restricción, como sería el modelo del lenguaje adulto.
Antes de seguir ponderando los efectos de las juego-estrategias, se debe señalar que no todo lo que está escrito es Literatura, pero ¿cuál es el parámetro por medio del que se debe regir esta clasificación? Es difícil determinarlo pues generalmente ésta se define según los patrones estéticos considerados como prestigiosos en cada contexto cultural. Sin embargo, tampoco hay duda de que
4 comentarios:
Estoy haciendo tests tests.
¿Se puede comentar?
Saludos a todos
Esto lo escribió la Mtra Dalina... en nuestro primer programa con biblionautas.
¡Excelente iniciativa!, si en algo les puedo ayudar, ¡avísenme!
Heidi Garza
letras minúsculas
fomento a la lectura
www.letrasminusculas.com
También hay otro concepto muy importante: formación de usuarios autónomos de la cultura escrita, sobre el cual sería bueno reflexionar.
El CONARTE y el Consejo de Desarrollo Social han participado con excelentes logros en el proceso de formación de lectores. La primera institución también se ha distinguido por formar promotores de lectura, es muy problable que durante los próximos meses haya talleres de capacitación, estén al pendiente por si acaso les interesa.
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